martes, 20 de abril de 2010

Sed de Mal


Con seguridad existen los perros. Mira ese hocico que la oscuridad no te deja ver, esos ojos de vidrio delante de los tuyos para que no veas nada. Mira ese ladrido que siempre te acompaña, esa sed que baja en los colmillos de tu pan de cada día. Mira esa pequeña figura en la otra orilla, no la ves pero la sientes como una mordida negra y apaleada.

Con seguridad los perros van por ti. Míralos mirar la ausencia de tu odio: su alimento. Mira ese horizonte hundido –crees que te acercas a algún sitio– sólo son sus lomos indicándote el camino, el regreso, el tamaño de tu dicha. Los perros cargan con tus huesos y te devuelven ceniza, la rabia de su rabia envenenada. Los perros se lamen en tu sombra y no los ves. 

Con seguridad los perros son los mismos. Reproducen tu silencio a dentelladas, salen de sí mismos con tu ayuda ciega, se quedan ciegos de verte tan oscuro. A eso han venido, míralos. Ladran. Ganan millones en la farsa de sus patas traseras. Huelen tu cadáver, te llevan el periódico, te sepultan en tu casa. En algún lugar los alimenta tu muerte.

Mira esa sed de los perros que te rondan. Ya no ves nada, no te importa la jauría. Su lengua te lastima y los perdonas. Celebran con tu carne y los perdonas. Su muerte ya no es nada comparada con la tuya. 

sábado, 10 de abril de 2010

petit comité

(Foto Gaby Messina)
conozco a una cantante que se llama Anita de Costa Rica, pequeña como un troll, feíta como un troll pero no tan popular como un troll. cuando la conocí, cantaba de noche por los bares de chepe pero nunca superaba el segundo local, o le costaba mucho, debido a que se quedaba pegada en la barra. tenía el pelo largo y acolochado y usaba anteojos de culo de botella. también tenía un esposo y una hija a los que jamás conocí. cuando me llamaba lo hacía desde un teléfono público. todavía recuerdo el pip pip que suena siempre de primero en los públicos y el ruido de la monedilla al caer. era cantautora, por así decirlo, y tenía -pese a todo- una voz muy parecida a lo que podía esperarse de ella. sin embargo, una de las canciones que me cantó alguna vez aún la recuerdo como emblema de esas noches tan efímeras y a la vez tan prolongadas, noches que parecían vivir con ella incluso a plena luz del día. la primera y única vez que la acompañé a una de sus rondas, la perdí a la altura de La Embajada. entró y no volvió a salir. no se imaginen dolor de blues o profundidad etílica estilo chavela. era el canto de un ave desafortunada, un canto entre folclórico y cancerígeno, entre ambicioso y ridículo. un canto digno de su público.
conozco a un profesor de filosofía que tiene cara de niño jesús, bonito e inmaculado. rotundamenteinmaculado. tiene la piel de cera (40 años sin arrugas), los ojos nobles e impecables. por lo general usa jeans planchados y camisas de tela a cuadros con botoncitos de nácar que me corto una si no es su mamá quien se las plancha cada mañana. tiene una postura corporal que recuerda, en la raíz del hipotálamo, a los monjes medievales que solo podemos imaginar viéndolo a él. cierta inclinación de cadera en penitencia. pero lo mejor de este prohombre es su forma de hablar, absolutamente ininteligible. sus clases y sus temas son una auténtica caverna platónica solo que mucho más oscura porque tiene la facultad de hacer difícil lo difícil pero sobre todo lo fácil. vive desconectado de la realidad desde una altura académica envidiable. todo en él es digno de adoración, desde sus pestañas hasta sus consonantes. y sin embargo, pese a todo aquel ejercicio barroco de impostación, no hay en él nada que no sea genuino.
conozco a otros muchos personajes que tienen esa presencia desbordada y furiosa desprovista de todo objetivo. hoy amanecí pensando en ellos, en su fuerza incongruente y demoledora, y en la falta que me hace salir a la calle más a menudo para encontrármelos, en lugar de irme al cine, como hice ayer, a intoxicarme con historias que no me importan en idiomas que no entiendo. y lo peor de todo es que cada vez que lo hago, pierdo ¢1.800.

miércoles, 7 de abril de 2010

La toma del poder

"Las masas de los Estados Unidos son más ágiles", dijo Marx, sin saber el apoyo que le daríamos a su pensamiento.