viernes, 1 de octubre de 2010

Yo, el Apóstol del Miedo


RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
Yo, el Apóstol del miedo
Kevin Casas, 222 páginas.
Prólogo de Fernando Sánchez.
Edita: Fundación Arias Para la Paz y el Progreso Humano

Se acerca el aniversario del histórico referéndum del TLC, un domingo 7 de octubre, y aparece en las librerías y pulperías de nuestro país una joya literaria. El autor  no necesita presentación: es Kevin Casas, aquel cuyo correo electrónico privado al entonces presidente de la República se hizo público; un correo donde le sugería hacer un uso estratégico y malvado del miedo, para persuadir a sus compatriotas de votar sí al TLC.
El afortunado lector que se sumerja en las páginas de “Yo, el Apóstol del miedo” no sabrá al principio si Kevin Casas está arrepentido de su comportamiento de marras o si, por el contrario, sigue defendiendo su derecho a usar su privilegiada inteligencia con los fines que sean. El lector no lo sabrá al principio ni tampoco al final, porque Casas parece haber escrito este libro para pedir que lo perdonen por algo de lo que él no se arrepiente. Todo un acto de amor.
Kevin Casas es un “experto en miedo”, dice sin ironía Fernando Sánchez en el prólogo del libro. ¿Fernando qué? Fernando Sánchez, ese primo no tan lejano de Óscar Arias que firmara el memorándum junto con Casas y que a veces nos regala con sus ideas en la Página 15 de La Nación. Kevin Casas sería un experto en miedo en un país de cobardes. “En Costa Rica la inseguridad no es una percepción, es una institución”, nos dice en las páginas centrales del libro. Una institución de la cual él podría ser el Director Honorífico. “El miedo es lo que al final ha metido a Costa Rica en el mundo”, afirma hacia el final del libro, “el miedo a ser pobre, el miedo a ser polo, el miedo a no ser blanco, son las palancas que hay que usar para que Costa Rica se levante”, concluye.
Un gran libro este, una flor en el ojal que se pone la Fundación Arias cuando nos aprestamos a celebrar el tercer aniversario del Referéndum del Miedo, aquel apoteósico domingo 7 en que los costarricenses le dijeron al mundo: “Nosotros también queremos nuestra tajada de pastel” y con el dedo aún manchado de tinta tras haber votado, abrimos las manos para recibir el derrame de riquezas que nos ha traído el TLC.